Monacato cristiano

Antonio Abad (251-356), también conocido como Antonio el eremita o el ermitaño, es considerado el padre del monacato cristiano. Obra: San Antonio Abad de Francisco de Zurbarán.

El monacato cristiano hace referencia a la forma de vida de un determinado número de fieles de las diferentes denominaciones cristianas, caracterizada por la separación, sea radical o más o menos radical, del mundo. La raíz del concepto de monacato deriva del griego monos que significa «solo», ya que en sus orígenes el monacato nació con la idea de la soledad o aislamiento de los eremitas en el desierto. Esta experiencia del eremita fue evolucionando en diferentes formas de vida, no todas necesariamente en la radical opción de la soledad en el desierto, desde el anacoretismo hasta el cenobitismo, esta última, que agrega la característica de la vida en comunidad, esta se hace sin perder el elemento que la hace monástica: separación del mundo o de la sociedad. Al cristiano que practica el monacato se le llama monje o monja, y el lugar donde habita, si es en completa soledad, se llama ermita o yermo; o si en comunidad, se llama monasterio.[1]

  1. Espasa-Calpe, 1978, p. 48.

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